dissabte, 14 de setembre del 2019

Dia 10. El Cairo

- Zzzzz .... Auggghhhg
- Pablete, tenemos que despertarnos
- mmmnnnmmm
- Ayer se quedó hasta tarde acabándose el libro, tiene que ducharse, ayer no se duchó.
- ¿Cómo? ¿No se duchó? Pablito, vamos arriba, tienes que ducharte y se nos hace tarde!
- Mmmmnnnn, 2 minutos más.
- Yo me voy arriba a ver si con más cobertura podemos subir las fotos y acabar de colgar el post.
- Si puedes dile al del hotel que vaya preparando el desayuno, ahora subo.
- Muy bien, a ver si consigues despertar a Pablete.

Y así comienza temprano un nuevo día de visitas. Hoy nos venían a buscar a las 8:00 puntuales para hacer nuestro recorrido por el Viejo Cairo. Mohamed, nuestro guía era un tipo puntual, así que más valía llegar a tiempo. La verdad es que un poco cuesta arriba, porque aunque nuestro hotel tenía unas vistas espectaculares, habíamos tenido problemas tanto con la conexión como con la ducha y sin agua que caiga con fuidez, cuesta desperezarse.

Pero ahí estuvimos. 8:00 de la mañana y montados en un coche con Mohamed empezando a darnos una breve explicación de nuestro itinerario del día. Como era un poco pronto, el museo del Cairo no lo íbamos a encontrar todavía abierto, así que decidió llevarnos primero a nuestra primera parada, la mezquita de Ibn Tulu (que suena algo así como "Himno de Chtulhu", no digo nada y lo digo todo!). El plan inicial era ver la "famosa" mezquita de alabastro de la Ciudadela, pero según nos comentó Mohamed, esta se había convertido en un centro turístico y sin una carga real de contenido. De hecho por lo visto es bastante "actual" s. XIX. Pero me estoy desviando. El caso es que nos llevo a ver la mezquita de Ibn Tulu que se había construido en el s. IX y reconstruido con los mismos planos originales en el s. XIV después de estar en ruinas. La reconstrucción vino a cargo de un rey Mameluco, que tras esconderse en el minarete de Ibn Tulu en una época de revueltas, prometió a Alah, aún sin ser rey, que si salía vivo reconstruiría el mismo la mezquita. Tras las revueltas, sobrevivió y se convirtió en rey, así que inmediatamente mando reconstruir la mezquita, que podemos ver todavía hoy en día.



La visita fue muy interesante. Se trata de una mezquita en uso. Cuando entramos, había gente que venía a rezar, otros que estaban allí mismo relajados e incluso algunos que estaban dormitando. Según nos explicó Mohamed, las mezquitas tienen esa función, cosa que me pareció de lo más apropiado. Para los musulmanes, una mezquita es la casa de Dios. Por tanto, sus hijos pueden ir a hacer lo que quieran, porque ¿donde vas a estar mejor que en tu casa? En la casa de Dios. Y así es como lo viven.

Tras las explicaciones de Mohamed y ver el cuerpo central de la Mezquita (compuesto por 4 cubiertas columnadas, un patio abierto y en su centro una fuente para las abluciones) nos enseño los preciosos trabajos de madera que estaban trabajados el mimbar (el púlpito que utiliza el imán para la oración de los viernes, que se encuentra junto al nicho desde donde se ofician las diferentes oraciones del día).






Para terminar la visita, acabamos en otra de las partes más características de las mezquitas. En esta concretamente pudimos subir al minarete (que es la torre donde se subía para hacer la llamada a la oración y que se oyera desde más lejos, actualmente se ha sustituido en todas por megafonía, aunque sigue como elemento principal de todas las mezquitas). Personalmente fue una gran lección expres sobre la cultura musulmana que no conocía y me sorprendió muy gratamente.





Tras la visita a la mezquita, ya se había hecho la hora para entrar en el musueo egipcio. Así que allí nos dirigimos. Mohamed nos dijo que fue el primer edificio construido con la finalidad de museo del mundo (nos lo intentó vender como el "primer museo" en el mundo, pero hay que tener en cuenta ese pequeño matiz).

El museo está dividido en 2 plantas. En la planta baja se encuentran diferentes piezas ordenadas por época. Era sorprendente ver el trabajo de los escultores y artesanos. Tenían unas técnicas impresionantes y una precisión casi "mágica" con los utensilios que utilizaban para hacer los grabados en granito o en otros tipos de piedra.






Nos llamó mucho la atención un par de detalles en algunas esculturas. Los antiguos egipcios daban mucha importancia al alma. Y como siempre se ha dicho, los ojos son el espejo de la misma. Por eso, en algunas representaciones, los ojos estaban hechos con incrustaciones a base de un pequeño clavo de bronze a modo de pupila, vidrio para hacer el iris, marfil para el resto del globo y todo sellado alrededor del ojo con bronze). Era sorprendente porque cuando la luz reflejaba sobre los ojos, realmente parecía que las estatuas cobraban vida.






Una vez acabadas las explicaciones, llenas de curiosidades, en la planta baja, Mohamed nos dio tiempo libre para visitar la planta superior. En esta estaba uno de los platos fuertes del museo. Los tesoros del rey Tutankamon. Pero también tenía una exposición muy interesante de unas momias llamadas "Yuya" y "Tuya" (que fueron los suegros del faraón Pepi y que su mujer consiguió que enterraran en el Valle de los reyes con todos los honores). Así que primero vimos la exposición de Yuya y Tuya y acabamos con los sarcófagos y tesoros de Tutankamon. Algo realmente impresionante!










La visita al museo fue intensa. No tenían aire acondicionado, así que el calor no ayudaba demasiado. Pero nos gustó mucho. Acabada, tocaba dirigirnos al tercer punto de nuestro itinerario. El comunmente llamado "barrio copto". Se llama así porque en este barrio del Cairo, se concentran varias iglesias cristianas. El barrio se emplaza en una antigua medina de la época bizantina. La primera parada en el barrio copto fue en la iglesia de San Jorge y Bacco. Una iglesia ortodoxa que está situada, según cuentan, sobre la cueva donde la Sagrada Familia se detuvo un tiempo en su huida de Belén. Esta iglesia, aunque pequeña, tenía un trabajo en marmol en la zona del altar espectacular.
Saliendo de la iglesia de San Jorge pasamos por delante de la iglesia de Santa Bárbara para llegar a una sinagoga. Según reza en una placa, dentro mismo de la sinagoga, Moises se paró a orar de camino a la tierra prometida. Tanto este punto, como la cueva donde se detuvo la Sagrada Familia fueron determinantes cuando el Cairo paso a manos musulmanas, para pedir que se les respetaran estos lugares sagrados dentro de la medina. Cosa que se así se hizo. Ahora conviven las 3 religiones en este barrio de forma amable.









Acabada la visita, se nos había hecho la hora de comer. Mohamed, al igual que había hecho Ibrahim el día anterior, nos tenía preparado ya un restaurante donde suelen llevar a las visitas. En este nos sirvieron de nuevo comida típica Egipcia. Pollo asado con arroz para acompañar como plato principal y de entrante, encurtidos típicos, un estofado de okra, salsa tahini que no puede faltar y mutabal (parecido a un humus, pero de berengena asada).

Las raciones habían sido generosas y estábamos empezando a digerir, pero el programa marcaba que tocaba ponerse en marcha para llegar a nuestro siguiente destino (esta vez a pie, justo al lado del restaurante). El punto, la mezquita de Ibn Al Asar. La primera mezquita construida en el Cairo. Cuando este era conocido como El Fustat (debido a las tiendas de campaña de los militares que allí se emplazaron). De la mezquita original queda tan sólo una esquina (aunque todavía se puede ver). Con el paso de los siglos e incluso actualmente, la mezquita ha ido creciendo, hasta convertirse en una de las mezquitas más grandes. Esta es otra de las cosas que nos ha sorprendido muy positivamente. Los musulmanes no han inmobilizado sus templos. Son construcciones "vivas" que van remodelando, ampliando y mejorando con el paso del tiempo según las necesidades de la comunidad. En esta, pudimos ver a mucha más gente haciendo uso de "la casa de Dios".






Sólo nos quedaba un destino. Uno de los bazares. Un lugar curioso, aunque no somos de comprar en los viajes, así que vistas unas cuantas tiendas, vistas todas. La venta es bastante agresiva y pesada en el Cairo. Los vendedores agobian un poco, pero pudimos sobrevivir.




 Dimos una vuelta por el bazar y acabamos en una terraza tomando un te, mientras Edurne nos explicaba el libro que se estaba leyendo (muy recomendable por cierto "Vienen cuando hace frío" de Carlos Sisí). Cuando Edurne llego hasta el punto que se había leído, llegó el turno de Pablo (otra recomendación, esta vez de Dolores Redondo "Todo esto te daré"). Y ahora sí, el guía nos recogío en el punto de encuentro y nos acercaron hasta el hotel.



El hotel estaba en una de las calles y habíamos pedido una habitación tranquila para poder descansar. Así que el chico nos ofreció que nos fuesemos a otro hotel del mismo dueño que estaba muy cerca. Fue todo un acierto. Esta vez sí, las camas eran muy cómodas, la habitación tranquila y la conexión wifi bastante buena.

Descansamos un poco y salimos a dar una vuelta por el Cairo de noche (bueno, básicamente, buscamos un lugar para cenar).

De vuelta al hotel se nos hizo un poco tarde pero valió la pena. Ahora tocaba descansar y prepararnos para el vuelo a Aswan donde empezaríamos el crucero por el Nilo ... pero eso ya, es otra historia.

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